¡Una carta para todos!

Una carta que garantiza
los 5 derechos naturales
de las palmípedas de cría.

• Derecho N°1

  Recibir una alimentación adaptada y agua potable permanentemente a disposición.

  

  Los cereales y proteaginosas, producidos localmente, son la base de la alimentación de las palmípedas.

  

  Los ganaderos se comprometen a suministrarlos a voluntad, así como también el agua potable.

  

  El cebo debe reproducir el proceso natural de preparación a la migración, tanto en cuanto a la cantidad como al ritmo de las comidas.

• Derecho N°2

  Instalación en un entorno confortable y sano.

  

  Luz, calefacción, ventilación son los 3 elementos esenciales de un entorno de buena calidad para los patos y ocas.

  

  En el interior, deben poder realizar los movimientos naturales esenciales para su especie.

  

  En el exterior, deben poder desplazarse libremente.

• Derecho N°3

  Mantenimiento y control de unas buenas condiciones de higiene y salud.

  

  El ganadero que manipula y alimenta a los animales debe conocer su fisiología y utilizar un material adaptado, que respete la legislación.

  

  La explotación, la correcta higiene y la buena salud de los animales
  estarán sometidas a los controles regulares de un técnico especializado y/o de un veterinario.

  Los patos y las ocas nunca deberán sufrir ni estar heridos o enfermos.

• Derecho N°4

  Preservación del comportamiento natural de la especie.

  

  Para favorecer el instinto de grupo propio de la especie, los ganaderos deberán reemplazar progresivamente los espacios individuales por espacios colectivos.

  

  Los alojamientos colectivos y los recorridos exteriores, adaptados a la cantidad de animales, permiten la expresión de los comportamientos
  físicos y sociales típicos de las palmípedas.

  Los patos y las ocas podrán estar de pie, darse la vuelta, extender sus alas y alisarse las plumas.

• Derecho N°5

  Establecimiento, por parte del criador, de una relación hombre-animal satisfactoria y protectora

  

  El ganadero debe limitar la manipulación de los animales a lo estrictamente necesario.

  

  Para reforzar la sensación de seguridad y satisfacción,
  el ganadero visita a diario a los animales y los protege de las amenazas de los depredadores.

  

  Atento a sus animales, se preocupa por su bienestar evitándoles el miedo, la angustia, la frustración o la apatía.